En plena Segunda Guerra Mundial, a la isla caribeña de Corpus Christi llegan los militares norteamericanos y se alojan en la pensión de una joven viuda. Para mantener a los jóvenes alejados de los burdeles, la viuda los alimenta cada noche con cuentos que mezclan seductoramente el exotico pasado del Caribe con un presente muy picante. Ahora esa mujer tiene 96 años y le cuenta a su inocente nieto esos relatos liricos, obscenos, fabulosos y escatologicos, una cadena de historias dentro de otras historias en las que asoman personajes reales como Sir Walter Raleigh o Eisenhower. Un libro deliciosamente erotico y divertido.
En plena Segunda Guerra Mundial, a la isla caribeña de Corpus Christi llegan los militares norteamericanos y se alojan en la pensión de una joven viuda. Para alejar a los jóvenes de los burdeles, la viuda les cuenta cada noche relatos exóticos y muy picantes. Ahora esa mujer tiene 96 años y revive esos relatos al contárselos a su inocente nieto.
William Fletcher, un caribeño de Trinidad, hijo de la aristocracia blanca de la isla que escapó hace ya años a Nueva York, vive allí solitario mientras intenta ser escritor. Laurence de Boissière, también fugitivo de la isla, es hijo de negros pobres y se marchó en la misma época que William con una beca para estudiar en Oxford. Ahora es un conocido poeta y dramaturgo. Los dos amigos se reencuentran en Nueva York y retoman las correrías por los bares de emigrados antillanos. En uno de esos bares, William se encuentra también con Rachel, su prima lejana, su amor de toda la vida. Los tres se comprometen a volver a Trinidad para el Carnaval, la catártica orgía anual. La fiesta comienza con euforia pero el pasado vuelve, acompañado ahora del rey del carnaval, el joven Eddoes, escandalosamente bello, que ha escapado por unos días de su comunidad en la selva, mezcla de antiguos hippies y de nativos de la isla que viven según sus propias leyes y las de antiguos cultos de la tierra.