Walter Lippmann, uno de los periodistas más influyentes del siglo XX, es escasamente conocido en España. Consejero áulico de todos los grandes presidentes demócratas -Wilson, Roosevelt, Kennedy Johnson- rara vez se presto al juego de adular al gobierno o de servir de portavoz de sus proyectos y programas: a pesar de que se le ofrecieron diversos cargos gubernamentales el siempre los rechazo. Aunque Noam Chomsky le reprocha un pensamiento conservador, Lippmann nunca se dejo seducir por el pensamiento antidemocratico, y ello a pesar de haber vivido en una epoca en la que se consideraban progresistas las ideologias totalitarias. Ya en los años veinte denuncia el mito del "ciudadano informado" y en el celebre La opinion publica desenmascara las mil argucias que se utilizan desde el poder para moldear la opinion. Señalando que el ciudadano medio, absorbido por su trabajo, es facilmente manipulable, consideraba que la funcion del verdadero periodismo era la de desentrañar, explicar y, si es necesario, denunciar, las intenciones del gobierno acogiendo con todas las reservas sus manifestaciones. Veia, en suma, el verdadero periodismo como un contrapoder y a ello dedico toda su vida. Amigo personal del general de Gaulle, cultivo la amistad de figuras tan diversas como los criticos de arte Bernard Berenson y Kenneth Clark o el economista John Maynard Keynes. En Harvard fue alumno de George Santayana, William James y compañero de estudios de John Reed.