Una historia individual por cada millón de infectados en África. Estos 28 millones de personas pueden sentirse reflejadas en las vivencias con nombres propios que nos traslada la periodista. Pero nosotros también, los habitantes del mundo desarrollado para quienes existen cada vez menos enfermedades mortales sin remedio. El sida continúa siendo una de ellas incluso aquí. ¿Y en el África subsahariana? ¿Cómo se explica que la transmisión de la enfermedad siga siendo galopante, con países que tienen más del 30% de su población adulta afectada. Y ¿por qué no llegan a ese continente los retrovirales que palian la infección? Stephanie Nolen hace una denuncia valiente que implica a numerosas instancias: el poder político que no se involucra, una industria farmacéutica todopoderosa que no invierte, la carencia de información y los déficits educativos que causan una mentalidad propagadora de enfermedades físicas y morales.