Tras el asesinato de John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, el FBI mandó a un agente de alto rango aMéxico para que investigase los últimos movimientos del presunto asesino, Lee Harvey Oswald. Sin embargo, al cabo de unas semanas, el supervisor del caso, Laurence Keenan, recibio una orden directa del presidente Johnson que le obligaba a guardar silencio durante el resto de su vida.