Figuras De Lo Imposible Trayectos desde la Mísitca, la Estética y el Pesamiento contemporáneo Zenia Yébenes Escardó La escasa energía que presentan hoy las religiones históricas para reanimarse simbólicamente ha provocado que este modus operandi migre a otras formas de expresión. La mística, el arte y el pensamiento contemporáneo se reflejan y entraman en una búsqueda imposible que estrecha los lazos entre la alteridad y el deseo. En nuestro itinerario nos acercaremos a la mística premoderna de Pseudo Dioniso Areopagita y a la nouvelle théologie mystique de Maurice Blanchot. Observaremos a Ángela de Foligno - mística italiana del siglo XIII - y a Marguerite Duras, en la escritura de un cuerpo que provoca la crisis en el reino de la representación y atenderemos a la obsesión iconoclasta en los dibujos de san Juan de la Cruz y en la impresionante obra pictórica de Anselm Kiefer.
La violencia se encuentra silenciosamente inscrita en medios y formas de representación que son aceptadas por todos, de modo que asumimos sus supuestos e implicaciones y con ellos, la invisibilidad o naturalidad de esa relación de dominación. A veces, por el contrario, el silencio supone el imperativo ético de respetar la singularidad absoluta del sufrimiento. «La violencia nos compromete. Se trata de un concepto borroso en cuya maleabilidad puede no obstante hallarse su capacidad de enfrentar una realidad tan compleja como la nuestra. Es un concepto que no nos exime de la responsabilidad de emitir un juicio o un análisis desde diferentes puntos de vista».
A través de tres ensayos se exploran los vínculos que, en el límite de la experiencia, acercan la mística a la locura. En el primero, en un itinerario que va de Juana de Arco a Nicolás de Cusa y fray Juan de la Cruz, la constitucion del sujeto mistico radicara en responder a una voz. En el segundo ensayo, el interes de Bataille por los casos patologicos de automutilacion señalara su obsesion por el interrogante de si una comunion entre los seres puede lograrse sin la locura de la autodestruccion del propio yo, y abrirse a una escritura sagrada que no sea la de una locura sublime, sino la de una locura ridicula, que no obstante logre comunicar. En el tercer ensayo, la interpretacion de la santidad como sintoma, propia del siglo XIX y XX, hara de Teresa de Avila la patrona de las histericas.