¡El Sr. Conde de Miranda! Este nombre, pronunciado en alta voz por un esclavo galoneado, vestido de seda azul con grandes flfores amarillas, y de piel negra como el carbón, produjo impresión profunda entre los innumerables invitados que llenaban las magnificas estancias de la marquesa de Montelimar, la bella celebrada por todos los aventureros y por todos los oficiales de mar y de tierra de Santo Domingo. El baile, animadisimo hasta aquel momento, interrupiose de pronto, porque caballeros y damas precipitaronse casi hacia la puerta del salon grande, como atraidos por irresistible curiosidad de ver de cerca a quel conde, que segun decian habia hecho volver la cabeza a mucha gente en las pocas horas que se dejo ver en las calles dela capital de Santo Domingo.
Los dos relatos recogidos en Nuestra alma pueden considerarse de los más representativos de Savinio. Ambos plantean con la habitual lucidez del autor las claves metafísicas sobre el amor, el alma y la muerte. Nuestra almaª, que apareciU en 1944 en una ediciUn de trescientos ejemplares, es una reelaboraciUn no exenta de sarcasmo del mito de Eros y Psique relatado por Apuleyo. Psique, una niña con cabeza de pelicano que vive en una morada pestilente, cuenta la historia de su desengaño al conocer la verdadera naturaleza de Eros y desvela las apariencias en la uniUn entre el alma y el amor. En El señor Mnsterª, incluido en la antologia Casa La Vitaª (1943), un hombre asiste al espectaculo de su propia muerte. Viviendola paso a paso, Mnster va recorriendo lo que ha sido el sueño de su vida para adentrarse en el enigma de la inmortalidad: un nacimiento consciente que el hombre ha elegido por su cuentaª.
