EL VALLE PINTADO

La hostilidad se desvanece cuando toca hacer frente a un enemigo común...

Sara está casada con Fernando, cuyo mayor deseo es convertirse en padre, pero ella no consigue quedarse embarazada. Se ha sometido a múltiples tratamientos de fertilidad... todos ellos con resultado negativo lo que la deja destrozada y deprimida.

Su marido la sorprende con un viaje a Arizona (USA) para ver el gran cañón del Colorado, pero ese regalo esconde la visita a una clínica de fertilidad en California.

Mientras están en el mirador del Cañón del Colorado Fernando se ausenta para tomar unas fotografías y deja a Sara al cuidado de su teléfono móvil. Suena el pitido de entrada de mensaje y pensando que tal vez sea algo importante Sara lo abre. Lo ha enviado una compañera de trabajo de Fernando, Beatriz, y estupefacta contempla la fotografía de una ecografía con el texto: Felicidades papá, es una niña.

Piensa que Beatriz se ha equivocado de destinatario pero cuando llega Fernando y le enseña el teléfono la expresión de su cara denota claramente que él era el receptor del mensaje.

Rota de dolor, poco después, encuentra una acuarela, pintada por su fallecida abuela, que muestra la imagen de un valle con las montañas al fondo y el pueblo donde nació. La imagen de ese valle pintado lo toma como una señal y decide refugiarse en la vieja casona familiar de Padrones de Bureba, deshabitada desde tiempo atrás.

Allí encuentra que un vecino se ha instalado en el jardín trasero de su vivienda en una vieja y destartalada caravana en la que vive con tres perros.

Rubén es veterinario y después de un doloroso incidente, en el que perdió a su mujer y a su hijo, ha vuelto al lugar donde no existen los recuerdos para poder empezar de cero.

Un secreto que sale a la luz les enemista aún más de lo que llegan a estar, pero cuando ambos comienzan a ser atacados por un tercero deben unir sus fuerzas para sobrevivir en el lugar que ambos han elegido para recomponer sus vidas.