Poemas es una antología de los mejores y más representativos poemas de José Rizal. Aquí se pueden apreciar la tres etapas de la voz lírica de Rizal. Su obra más conocida del primer período es «A la juventud Filipina», un cántico a la juventud como esperanza de la madre patria, tema recurrente en la obra y el pensamiento de Rizal. De la etapa intermedia de su obra poética podemos destacar «Me piden versos», escrita en octubre de 1882. Su poesía en esta etapa reflejaba su añoranza por su país natal. Otro de sus mejores exponentes es el poema titulado «A las flores de Heidelberg», que escribió en Alemania en 1886, al ver las primeras flores de primavera. La mayor parte de la poesía de la época de madurez de Rizal fue compuesta durante los años de su destierro en Dapitán, entre 1892 y 1896. Uno de sus poemas mas señalados de esa época de destierro es el «Canto del viajero», donde expresaba sus sentimientos más lúgubres. De 1895 fue «Mi retiro» que, según la tradición, fue compuesto sobre unas formaciones rocosas sobre el mar en su finca de Dapitán. Este sereno poema está dedicado a su madre. Sin embargo, el mas conocido y apreciado de los poemas de José Rizal fue el último que escribió. Esta obra, sin firma ni fecha autógrafas, y sin título del autor, se conoce ahora como «Mi ultimo adiós» y se cree que fue escrita la víspera de su ejecución, el 29 de diciembre de 1896. Este largo poema de catorce quintillas expresa el amor del autor por su patria y forma ya parte de la historia de Filipinas.
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1861 Calamba (Filipinas) - 1896 Manila (Filipinas). José Protasio Rizal Mercado y Alonso Realonda, más conocido como José Rizal, fue un médico oftalmólogo, licenciado en Filosofía y Letras, políglota, filólogo, antropólogo, pintor, político, escritor y agricultor filipino que, en 1892, fundó la Liga Filipina, organización política de corte reformista que pretendía ayudar a sus compatriotas a emprender proyectos comerciales pero que, además, era una organización política de corte progresista que propugnaba la unión del archipiélago en una sociedad igualitaria. Antes, a lo largo de la década de 1880, viajará por Europa, donde se formará en distintas disciplinas, se reunirá con la nutrida población filipina de la época y escribirá sus dos obras referenciales: Noli me tangere y El Filibusterismo -esta la acabará en su estancia de Biarritz-. De los autores que vivieron y escribieron sobre las pérdidas coloniales españolas de 1898, seguramente sea él uno de los que mejor captó en sus obras la complejidad político-social del momento.
Rizal fue detenido solo cuatro días después de la fundación de La Liga Filipina por orden del gobernador, acusado de haber publicado libros contra la religión y España, y desterrado al sur de Filipinas. A pesar de ello, continuó su actividad política e intelectual.
Ya libre, iba a ser enviado como médico a Cuba, pero fue detenido, responsabilizado de la revolución en su país, encarcelado, condenado y fusilado. En la actualidad, en el lugar donde Rizal cayó muerto, hay una escultura en la que se lee: “Quiero mostrar a quienes privan a la gente el derecho del patriotismo que sí sabemos cómo sacrificarnos a nosotros mismos por nuestros deberes y principios. La muerte no importa cuando se muere por lo que se ama: la Patria y los seres queridos”. Unos años antes ya había dejado sentenciado: “Solo se muere una vez y, si no se muere bien, se pierde una ocasión que ya no se presentará una vez más”.
“Rizal estudió Filosofía y Letras en Madrid por los mismos años en que estudiaba yo en la misma Facultad, aunque él estaba acabándola cuando yo la empezaba. Debí de haber visto más de una vez al tagalo en los vulgarísimos claustros de la Universidad Central, debí de haberme cruzado más de una vez con él mientras soñábamos Rizal en sus Filipinas y yo en mi Vasconia. Creo, en efecto, que desgraciadamente le alcanza a España responsabilidad en aquel crimen. Creo más, y lo digo como lo creo: creo que fue España la que fusiló a Rizal. Y lo fusiló por miedo. Por miedo, sí. Hace tiempo que todos los errores públicos, que todos los crímenes públicos que se cometen en España, se cometen por miedo”. Miguel de Unamuno
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