El autor pudo morir, pero hoy vive y así se expresa con la poesía.
Cuerpos rotos, almas muertas es un poemario extremo. Está basado en la experiencia de los riesgos asumidos. Ignacio F. Candela alza las manos, escarba la vida hendiendo la tierra de las asfixias para respirar el oxígeno del alma.
Desenterrado y libre, trascendente ante lo mundano, el espíritu se mide con lo previsible de los días para allegarse a la intemporalidad de lo eterno, con el ritmo de las preciosistas emociones que dicta un corazón instruido en la lucha de la existencia al límite y versado en la victoria ante las dificultades extremas.
Verso directo y convincente, este es un bello testimonio en que cada estrofa se dimensiona con una experiencia de vida sólida y no menos sorprendente. Es, pues, poesía basada en una realidad que supera a la ficción y de ello se percibe su profundo y singular influjo.