Ramón Riera goza de una cualidad literaria tan necesaria como escasa en nuestro tiempo. En Doce cuentos más uno, el humor, como todo buen humor, esconde una dosis de filosofía, una sabiduría vital y vitalista. El lector podrá experimentar, en cada cuento, una extraña satisfacción semejante a la del aborigen australiano cuando lanza su búmeran. El autor deja fluir, del mismo modo, sus argumentos sin objetivos sin objetivo aparente, con la convicción de observar, tras el parabólico recorrido, el retorno al origen, a sus manosy también a las del amable lector.