Tertuliano es un autor que abre caminos: lo mismo que fue el primero en elaborar una teolog�a del bautismo y del sacramento de la penitencia, lo fue tambi�n en redactar un tratado de psicolog�a desde la fe cristiana. Su tratado De anima tiene una estructura ordenada, a la manera de los tratados de la �poca: comienza con una presentaci�n del alma, sujeto del estudio, y concluye indagando en su destino final m�s all� de la muerte. En la estructura se intercalan a veces ciertas digresiones sobre temas (la metempsicosis, los sue�os) que ten�an un particular inter�s para la gente de aquel tiempo. La obra es a la vez did�ctica y pol�mica, pues tiene siempre presentes a los herejes gn�sticos, que eran muchos y combativos. Tras los herejes descubre siempre a los fil�sofos, que los aprovisionan de ideas y argumentos. Como �l mismo confiesa, quiso acercarse a los fil�sofos paganos, que tanto hab�an discutido sobre el alma, llev�ndoles las preguntas de un creyente cristiano de aquel tiempo (siglo II-III). No menos de veinte fil�sofos -desde el presocr�tico Tales de Mileto hasta el medio-plat�nico Albino- van pasando por sus p�ginas; todo lo cual demuestra que Tertuliano viv�a su fe en constante di�logo con la raz�n. Para defender sus tesis suele ofrecer como argumento final el testimonio de la Biblia; en su b�squeda de la verdad no pod�a no tener en cuenta el libro que, desde su conversi�n, era para �l la revelaci�n de la verdad. No podemos pretender que nuestro autor se comporte como un intelectual cristiano de hoy que, mientras investiga, pone entre par�ntesis su fe; eso habr�a sido en �l un anacronismo. Esta obra puede prestar un servicio a los estudiosos de la primera Patr�stica, as� como a cuantos est�n interesados por conocer la aportaci�n del cristianismo al pensamiento y a la lengua de entonces.