El hecho de contar un cuento siempre se ha considerado un mero entretenimiento infantil. En
realidad es mucho más. A través del cuento regalamos a los niños un universo desde el que
interpretar y comprender la realidad que les rodea, y también las claves desde las que
comprenderse e interpretarse a sí mismos. Aprendemos a partir de la experiencia, con aciertos y
errores, respuestas apropiadas o no según las circunstancias. Pero podemos llegar a esas variables
desde algo tan sencillo como un cuento.
Un cuento nos ofrece un universo de personajes que se enfrentan a situaciones ante las que
reaccionan emocionalmente y, con suerte, también racionalmente. Las dificultades les llevan a
buscar soluciones, y esas soluciones suelen triunfar. Nuestra mente lo absorbe con fruición porque
necesita claves que nos permitan desarrollar mecanismos de comprensión primero, de actuación,
después, frente a una realidad compleja y cambiante. Por eso, el pensamiento es dinámico y no
estático, y primigeniamente es narrativo. Importa saber qué pasó, pero también quién lo hizo y
por qué, y cuál fue el resultado. Interesante, ¿verdad? Cuando el niño abre sus sentidos al mundo
se encuentra ante una realidad que necesita comprender e interpretar para adecuar su
comportamiento a las normas sociales establecidas, a las expectativas creadas, a las situaciones
vividas. Y esto es precisamente lo que ofrece un simple cuento a su mente infantil.
A lo largo de este libro se desgranan las claves para comprender cómo lograr que el simple
hecho de contar un cuento se transforme en un arte. Algo que puede cambiar el futuro de tus
hijos, de tus alumnos.