La verdadera historia del hombre que encontró la ciudad de Troya.La ciudad homérica que todo el mundo creía salida de la imaginación del poeta...¡Existía realmente! #descubrimientodetroya #arqueología«Doy gracias a Dios porque nunca me ha abandonado la firme creencia en la existencia de Troya»La vida y los viajes de Schliemann tienen algo de predestinación y algo de obstinación, tal vez a partes iguales.Desde niño, y motivado por las lecturas que su padre le hacía de los poemas épicos de Homero, creyó ciegamente que Troya, una cuidad nacida de la fantasía, existió realmente.Contra todo pronóstico, y prácticamente sin apoyos, comenzó la búsqueda de aquellas ciudades «inventadas» y... ¡las encontró!Tras una infancia y una adolescencia difícil, tras sobrevivir a un naufragio frente a las costas de Holanda rumbo a América, tras montar un imperio empresarial, tras arruinarse y recuperarse y tras un largo etc. de vicisitudes…¿Quién podría decir que este hombre de aspecto entre severo y puritano encontraría tiempo para aprender 12 idiomas de manera autodidacta? ¿Quién podría decir que su carácter positivo no encontraba diferencia entre la ruina y el éxito?¿Quién podría decir que, por creer una leyenda, pasaría él mismo a formar parte de la Historia?Ciertamente, la vida de Schliemann podría novelarse o filmarse, y así llegar a todo el mundo, y no solo, tal vez, a los amantes de la arqueología, porque esta es, realmente, una buena historia.
Ficha técnica
Traductor: Miguel Chamorro González
Editorial: Interfolio
ISBN: 9788493769413
Idioma: Castellano
Número de páginas: 160
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 01/05/2010
Año de edición: 2010
Plaza de edición: Madrid
Colección:
Leer y Viajar
Leer y Viajar
Serie/Saga: Leer y Viajar Clásico
Número: 10
Alto: 20.0 cm
Ancho: 13.5 cm
Peso: 220.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Heinrich Schliemann
Heinrich Schliemann (Prusia 1822-Italia 1890) se dedicó a su gran pasión: la arqueología. Excavó el emplazamiento de Troya1 en Hisarlik, y en otros yacimientos homéricos como Micenas, Tirinto y Orcómeno, demostrando que la Ilíada describía realmente escenarios históricos.