El tiempo que vivimos y el reparto del trabajo va dirigido al corazón de la semana de treinta y cinco horas, al sentido último de la aspiración, de creciente actualidad en Europa, a una reducción de la jornada laboral. Pero los autores apuntan más allá. La reducción de la jornada laboral no es sólo un medio -que lo es, y lo analizan en detalle- para crear empleo, sino también un fin: la semilla de un modelo distinto de sociedad. El tiempo -entre el trabajo obligatorio y la vida personal, entre la economía y la sociedad- nos plantea la cuestión más radical: el sentido de la modernidad tecnológica, la relación y el equilibrio entre los medios y los fines de nuestra existencia personal y colectiva. Por ello, mucho más que una cuestión económica lo que este libro propone es un dilema de civilización. El problema del tiempo moderno se aborda desde sus múltiples flancos: económico, sociológico, cultural, político, histórico, antropológico, psicológico e incluso filosófico. Se hace converger a Aristóteles, Tomás Moro, Marx, Keynes, Bertrand Russell, Ortega y Gasset, Marcuse, Hannah Arendt, Erich Fromm, Leontieff, Alvin Toffler y André Gorz, entre otros, junto a referencias que van desde la Biblia a un inmenso material de actualidad -incluidos los principales informes y estudios económicos y sociológicos- en torno a lo que los autores llaman «un fino hilo de oro»: la liberación posible del tiempo de la servidumbre del trabajo. La tesis es tan fuerte y sencilla de entender como políticamente compleja de aplicar: la revolución tecnológica de la información permite, y a la postre exigirá, reducir y reorganizar la jornada laboral, provocando una nueva distribución del tiempo entre el trabajo -el tiempo «necesario» obligado- y la vida, personal, familiar y social -el tiempo «libre» o disponible-. En suma, reducir el tiempo de la economía y aumentar el que la sociedad y las personas necesitan para «producirse» y desarrollarse a sí mismos.