Lo sabemos por la literatura, el cine y las series de televisión: pasar de embajadora a espía es, a veces, una mera cuestión de perspectiva. Durante la República romana no fue de otra manera, ya que la fina línea que separaba el éxito del fracaso en diplomacia podía convertir a las protagonistas de heroínas en traidoras. Las embajadoras de esa época se esforzaron por salvar a Roma en situaciones límite, acreditando así su valor imprescindible para la supervivencia de la comunidad. Más allá del rol tradicional que se les ha atribuido como esposas, hijas y madres, las romanas formaron parte de la diplomacia como agentes necesarias para negociar, mediar, interponerse y, si era preciso, suplicar. En ese escenario se esperaba, además, que obtuvieran informació ...