A menudo los aparatos de televisión fallan, pero el cacharro en cuestión es el único televisor del que disponen los habitantes de un pequeño pueblo de pescadores frente a Dakar, en Senegal. La cosa no sería tan grave si no estuviéramos en verano y en la época de los mundiales de fútbol, con la selección senegalesa peleando por conseguir una copa y todos los jóvenes del pueblo soñando con un fichaje que les permita dejar su país y convertirse en estrellas. Así las cosas, el joven Madické llama a su hermanastra Salie en Paris, y es ella la que irá informando de los resultados del partido, describiendo las jugadas más arriesgadas y contándole la realidad de su vida de inmigrada en la capital francesa. Asistimos así a una retransmisión en directo del juego, que la autora convierte en una reflexión irónica sobre la vida de los extranjeros en las grandes ciudades.