Confirmo mi admiración hacia el poeta, no solamente por la lectura de composiciones o inéditas, o insertas en periódicos de circulación reducida, sino muy principalmente por la contemplación de lugares, por la relación con personas, por esa mágica virtud del medio ambiente, que tanto ayuda a la comprensión de la obra de arte y de sentimiento; de la poesía, cuando es fiel trasunto del vivir. He pasado breves días en la tierra del autor de Castellanas, inolvidables días en que recibí tan halagüeñas impresiones que a esperarlas nunca me hubiese atrevido, y mediante el estímulo de la simpatía (que auxilia para comprender, mientras la antipatía es ciega), me he penetrado mejor de cuanto expresó y sintió el intérprete leal de la religión y la raza.Los poetas retirados a la vida campesina de todas las épocas históricas constituyen una falange defensora de las más antiguas esencias y últimas radicalidades; y quizá, entre ellos, José María Gabriel y Galán sea, en tradición española, el representante más reconocible de una poesía volcada a lo rural, atenta a la naturaleza y a lo que es su más propio devenir, cíclico y pausado. Vida campesina, vida lenta e inserción biográfica atenta solo a lo pequeño.
Ficha técnica
Prologuista: Emilia Pardo Bazán
Editorial: Editorial Delirio
ISBN: 9788415739326
Idioma: Castellano
Número de páginas: 560
Encuadernación: Encuadernación en tela
Fecha de lanzamiento: 01/05/2019
Año de edición: 2019
Plaza de edición: Salamanca
Colección:
Colección Centros
Colección Centros
Número: 8
Alto: 21.0 cm
Ancho: 14.0 cm
Grueso: 3.4 cm
Peso: 785.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por JOSE MARIA GABRIEL Y GALAN
«Nací –dice– de padres labradores, en Frades de la Sierra, pueblecillo de la provincia de Salamanca. Cursé en ésta y en Madrid la carrera de maestro de primera enseñanza. A los diecisiete años de edad obtuve por oposición la escuela de Guijuelo (Salamanca) donde viví cuatro años, y después, por oposición también, la de Piedrahíta (Ávila) que regenté otros cuatro años. Contraje matrimonio con una joven extremeña; dimití el cargo que desempeñaba, porque mis aficiones todas estaban en el campo, y en él vivo consagrado al cultivo de unas tierras y al cuidado y al cariño de mi gente, mi mujer y mis tres niños. Tengo treinta y cuatro años, y a escribir coplas dedico el poco tiempo que puedo robar a mis tareas del campo. Comencé a escribir poesías para Juegos Florales, y me dieron la flor natural en los de Salamanca, Zaragoza y Béjar, y otros premios en Zaragoza, Murcia y Lugo. Y nada más, si es que todo ello es algo. Mis paisanos, los salamanquinos, y lo mismo los extremeños, me quieren mucho, me miman. Yo también les quiero con toda mi alma, y con ella les hago coplas, que saben, mejor que yo, de memoria, porque las recitan en todas partes, y hasta las oigo cantar diariamente a los gañanes en la arada».