Galicia, todo un mundo es el título del último libro del fotógrafo Ricardo Grobas, publicado por la editorial Belagua, en el que retrata los más singulares enclaves de nuestra geografía, desde los paisajes más imponentes, sometidos al ciclo de la naturaleza, hasta la monumentalidad arqueológica y arquitectónica dispersada por todo el territorio de Galicia.
Con textos en castellano, gallego e inglés, Galicia, todo un mundo constituye una apetecible invitación a descubrir Galicia, bajo un título que reafirma la ya mítica percepción del escritor Vicente Risco: «Galicia es un mundo. Cada tierra es como si fuera el mundo entero. Podrás recorrerla en poco tiempo de norte a sur y de este a oeste; podrás volver a recorrerla una y otra vez, y no conseguirás andarla del todo. Y cada vez que la recorras, encontrarás cosas nuevas».
Consta de 240 páginas de fotografías a todo color, muchas de ellas aéreas, y propone dos recorridos diferentes, uno por la Galicia abierta al mar, y otro por las tierras del interior.
Las imágenes marítimas recorren los mil quinientos kilómetros de litoral desde A Guarda a Ribadeo, y son fiel reflejo de las particularidades de una costa que, como se lee en el libro, es «en unos puntos amable y suave, y en otros amenazante y mortífera».
Las fotografías del mar destacan por la fuerza que caracteriza otros trabajos de Ricardo Grobas. Son imágenes que el autor persigue con su natural obstinación y pasión por el mar, en las que «se cuelan aves, pescadores y bañistas, playas y faros, barcas y veleros, y las luces y reflejos de tierra firma, ese lugar seguro desde el que hombres y mujeres de todos los tiempos miraron al mar y encontraron en él una fuente de inspiración».
El retrato de Galicia se completa con una sección dedicada al interior de Galicia, donde la cámara de Ricardo Grobas se recrea en la asombrosa diversidad de paisajes (plantaciones de viñedos, frutales, forrajes, cereales o patatas, pastizales y reforestaciones) que ha dado lugar al paisaje más humanizado de Europa.
Ciudades, bosques emblemáticos, ríos y joyas arquitectónicas se entremezclan con fotografías de la alta montaña y de aldeas singulares, en un sorprendente abanico de formas y colores, «trazos de una tierra brava y fértil que escribió su historia con el granito de sus montañas y las pisadas de los Caminos de Santiago»