La auténtica clave de la curación holística es lograr que se desencadene en el paciente el poderoso potencial de amor que se encuentra inmerso en cada uno de nosotros. Así, el papel del médico podría ser el de un educador capaz de devolver a la gente el poder de controlar su propio bienestar, una facultad que a menudo han perdido por culpa de sistemas de cuidado de la salud que tienden a crear dependencia.