Después de que Estados Unidos y sus socios de
coalición derrocaran al gobierno de Saddam en la primavera de 2003,
las tensiones profundamente arraigadas entre las diversas sectas,
tribus y grupos étnicos de Irak llenaron el vacío dejado tras la caída
de la dictadura.
Una insurgencia antiestadounidense pronto se expandió hasta
convertirse en una amplia lucha comunal por el poder y la influencia
en el nuevo Irak.
El Ejército de los Estados Unidos, que fue entrenado y equipado
principalmente para el combate convencional, tuvo que reorientarse
para operaciones no convencionales en una guerra compleja e
irregular. Para cambiar el rumbo, EE.UU. Desplegó tropas
adicionales para proteger a la población iraquí, aislar a las fuerzas
insurgentes de sus bases de apoyo y suministro, y restaurar la
estabilidad. Durante este período, algunos elementos de la oposición
comenzaron a ver a los yihadistas radicales como una amenaza mayor
y empezaron a cooperar con el gobierno iraquí y las fuerzas
estadounidenses.
En esta publicación, realizada Centro de Historia Militar del Ejército de EE. UU., se tiene como
objetivo brindar al lector las características intrínsecas de la campaña que las fuerzas norteamericanas
llevaron a cabo entre 2007-2008 en estos territorios.