Sinopsis de LOS MARTIRES DE LAS ALPUJARRAS (VOL. II)
El presente manuscrito, rescatado de la Biblioteca Nacional, nace sin duda por inspiración de la estrategia reafirmante de la Iglesia de Granada que encarna el arzobispo Pedro de Castro. Entre los diversos recursos que barajó en esa estrategia destacan dos pilares: la tradición sacromontana que remontaba los orígenes del cristianismo en Granada a la época apostólica y la preservación de la memoria de una intensa tradición martirial, cuyo principal exponente eran los mártires de la Alpujarra. Desde aquellos acontecimientos de 1568-1569 se trató de mantener la memoria de los mártires. Así fueron llamados desde el primer momento los de la Alpujarra, es decir asesinados a causa de su fe; como tales fueron reconocidos en Granada en todas las épocas. Las averiguaciones más conocidas son fruto de la gira realizada por el visitador del arzobispado, Pedro de Villarreal, que acabó su indagación hacia 1601. Estas informaciones pararon en poder de Justino Antolínez de Burgos, el autor de la Historia Eclesiástica de Granada, por entonces capellán real, aunque llegaría a obispo de Tortosa, pero también hubo otras más antiguas. En la temprana fecha del 14 de febrero de 1569 ya constan las primeras declaraciones al respecto.