Cuando Amy nació no tenía mucho pelo; en cambio, papá tenía un montón. Luego, Amy y papá
tenían la misma cantidad de pelo. Amy creció un poco más, y ya tenía más pelo que papá. Y es que
el pelo de papá había empezado a desaparecer. Amy intentó ayudarlo a encontrar su melena, pero
se había ido… Y en cambio, la de la pequeña no paraba de crecer. Crecía tanto tanto tanto, que
papá tuvo que inventar algunos peinados de otro mundo para que pudiese caminar por la calle sin
arrastrar la melena.
El escritor Francis Martin y la ilustradora Claire Powell nos ofrecen una imaginativa y simpática
historia con la que hablar con los peques sobre la necesidad de cortarse el pelo, cepillarlo y mantenerlo
aseado.