Huésped de un destino mayor es la plácida historia de los mansos. Sonrisa pura, ensimismada sancillez, máximas credenciales que sostienen la bondad de lo extinto. Os distingue un rumor de alegrí que pocos escucharon en el reparto íntimo de los dones. Quién os va a instruir en fortalezas a vosotros que domináis el mundo silenciosamente. Qué rostro vulgar pretende aleccionaros en maldades. Quizás, por una extraña vocación o porque no encontráis las palabras adecuadas con las que maldecirnos inmunes resistís a nuestros venenos. Eterna salud a vuestro reposo os canto os admiro os envidio vuestra es la dicha.