Terminada la contienda, los nazis fugados de Alemania contaron con el apoyo explícito y
directo de las autoridades franquistas, o de hombres destacados de Falange, para escapar
de los tribunales de justicia Aliados.
La Costa del Sol puede tener el dudoso orgullo de haber sido refugio y residencia de
célebres nazis. Algunos, prófugos sin haber podido ser juzgados en su país como autores o
responsables directos de horribles crímenes; otros, que fueron juzgados, pero huyeron
antes de cumplir condena. Prácticamente todos siguieron negando el delito de genocidio
sistemático, planificado y llevado a cabo por el Tercer Reich, y siguieron disfrutando de la
hospitalidad del Régimen mientras doraban sus cuerpos a orillas del Mediterráneo.
El doctor Aribert Heim, «Dr. Muerte»; Otto Remer, el general de las SS que salvó a Hitler;
Alfred Giese Hausmann, jefe en Málaga del espionaje militar alemán (la Abwehr); Leon
Degrelle, el general belga sentenciado a muerte en su país; Joachim Sievers, miembro de
las SS, considerado por los Aliados como peligroso líder de la Gestapo en la Costa; Arthur
Dietrich, Otto Skorzeny, Hans Hoffmann…, y un largo etcétera de nombres que dan vida
a esta fascinante investigación.