Sinopsis de NUNCA ME APRENDI LA LISTA DE LOS REYES GODOS
El día que un" lepero" fue rey de InglaterraJuan de Lepe fue un marinero nacido en esta localidad onubense al que los avatares de la vida llevaron a la corte de Enrique VII, rey de Inglaterra, con quien entabló cierta amistad. De esta forma llegó a compartir con él largas veladas jugando a las cartas, llegando al extremo de que en cierta ocasión, el rey se jugó su corona a una sola mano (eso sí durante un solo día)... Juan ganó y se convirtió en efímero rey de Inglaterra (The little king), lo que aprovechó para dar una gran fiesta, además de para llenarse los bolsillos.En 1509 fallecía el rey, al que sucedió Enrique VIII. Conociendo el carácter del nuevo monarca, Juan decidió poner tierra - y mar - de por medio y regresó a Lepe para dedicarse a la vida contemplativa que le permitió su fortuna. Allí donó parte de sus riquezas a un monasterio local con la condición de que al morir se grabasen en su lápida, a modo de epitafio, sus aventuras. Así se hizo, y así quedó reflejado en el libro" Origine Seraphicae Religionis" (1583) del padre Francisco Gonzaga... Y no es un chiste.Y, parodiando al rey, yo también os planteo una apuesta: abrid el libro por cualquier página al azar y leed dos historias, si ninguna de ellas os sorprende u os hace esbozar una sonrisa... os pago un café.Javier Sanz
Ficha técnica
Editorial: Anaya Multimedia
ISBN: 9788441532953
Idioma: Castellano
Número de páginas: 368
Tiempo de lectura:
8h 46m
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Fecha de lanzamiento: 06/11/2012
Año de edición: 2012
Plaza de edición: Es
Colección:
800books
800books
Peso: 742.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Javier Sanz
Javier Sanz es Académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina de España, profesor en la Unidad de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y autor de unos cuarenta libros. Pero así que pasan los años sigue volviendo la cabeza para recrearse en los días de juventud, cuando lucía el número uno del Club Deportivo Sigüenza, el «Depor», que defendió muchos años. Anotó en blanco y negro, después en color, gestas, usos y costumbres de quienes, como él, volaban para detener aquella badana con diseño de obús. Con la agudeza que permite el telescopio que analiza el planeta fútbol observó a aquellos hombres de una pieza que profesaron los votos como él, aunque en un estadio de cien mil voces, del mejor de los destinos humanos: el de guardameta. Y firmó la columna periodística «La Red» en el semanario deportivo DXT, sobre la circunstancia del arquero, única en el periodismo deportivo hasta la fecha con semejante especificidad.