Dice el poeta Ricciotto Canudo en El nacimiento del séptimo arte "Necesitamos el cinebpara crear el arte total al que, desde siempre, han tendido todas las artes". Esto es: una nueva forma de arte que aglutina todas las otras artes, desde la literatura hasta las artes plásticas, pasando por la música. Ciertamente, desde el descubrimiento del cinematógrafo por Lumíere a finales del siglo XIX, el cine se ha revelado como una de las más peculiares expresiones de la cultura. Desde sus orígenes silentes, luego con voz; primero en blanco y negro, luego en color, ahora en 3D; el cine, con su lenguaje peculiar ha cautivado y fascinado a millones de espectadores. El cine es ante todo imagen que habla, de ahí la importancia de la fotografía, que implica movimiento y por ende desplazamiento de la cámara (primero fija, luego dotada de movimiento). Los encuadres y la composición diversa de cada plano, los cortes; pero también los diálogos y los gestos (no mera pantomima), son recursos expresivos enriquecidos a su vez con otros el ementos, como la música, de indiscutible valor expresivo, que constituirán la peculiar gramática fílmica. El cine promueve y conmueve, habla del sujeto, ya sea a través de la ficción, o mostrando una realidad sin afeitar. Deudor de la literatura -donde hallara un venero de inspiración-, el cine ha saldado la deuda contraída cediéndole algunos de sus recursos expresivos. Es así cómo la novela, ha incorporado algunos de los elementos propios del lenguaje cinematográfico (elflash-back, o el montaje paralelo de dos o tres secuencias). Nuevo material para decodificar, sea cual fuere su género. Capturado en esa escena, cada espectador lee desde su deseo inconsciente un texto particular y único, el fílmico, escrito principalmente en imágenes (la imagen -marca-, también se lee). Cada película que se ve, nos dice César Bardés en El ojo privado es una lección de cine. Pero no sólo esto, sino que a través de sus críticas, reivindica, que el cine requiere cada vez más de un público que pueda leer entre líneas, descifrar si cabe; un público que, al margen del conformismo ante los reiterados esquemas repetidos hasta la saciedad, sea en definitiva capaz de ver algo más que un simple entretenimiento.