DESPERTAR, SIN DEJAR DE DORMIR
Sí, oí al niño decir que me salían hormigas de la nariz. Incluso vi
cuando me señalaba con el dedo, y a su madre contestarle sin apenas
levantar la vista de la revista: serán pelillos, lo que le sale de la nariz.
Traté de llevarme la mano a la cara, pero me fue del todo imposible.
He de corregir esta manía mía de esconderme en las estatuas de
bronce de las ciudades. He de acostumbrarme a estar muerto.
Manolo Royo