Fernando Pessoa es sin duda alguna el poeta portugués más importante del siglo XX. Afirmó que el poeta era un fingidor de sí mismo y toda su obra se concibe como un "drama en gente" en que dialogan diversas voces o heterónimos que representan diferentes cosmovisiones: la clasicista y horaciana de Ricardo Reis, la técnica, whitmaniana y futurista de Álvaro de Campos, la de Bernardo Soares ("autor" del Libro del desasosiego, una entretenidísima metafísica del aburrimiento) y la distanciada de Alberto Caeiro, a quien Pessoa sintió como su maestro, poeta amante de la naturaleza y las sensaciones puras, escéptico y poco dado al vicio de pensar y a las reglas métricas, entre otras muchas voces menos perfiladas, algunas de ellas femeninas. La disolución de la indentidad burguesa, expresa en los monólogos dramáticos de Robert Browning, en el anglosajón y victoriano tema del doble y en el cultivo acelerado de todo tipo de estéticas y formalismos, se concreta así en la cultura portuguesa mediante la creación de máscaras poéticas. La Biblioteca Fernando Pessoa que publica Verdehalago recoge algunas de us más interesantes obras.
Ficha técnica
Traductor: Migel Angel Flores
Editorial: Verdehalago Ediciones
ISBN: 9789706802033
Idioma: Castellano
Número de páginas: 116
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 20/01/2005
Año de edición: 2005
Plaza de edición: Mexico
Alto: 17.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Fernando Pessoa
Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 1888-1935), escritor, crítico, dramaturgo, ensayista, traductor, editor y filósofo, fue una de las figuras literarias más importantes y complejas del siglo xx y uno de los grandes poetas en lengua portuguesa. Director y colaborador de varias revistas literarias, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. Escribió en inglés (vivió en Suráfrica en sus años mozos) una parte de su obra, que se desplaza magistralmente de la vanguardia al clasicismo. Desdeñoso de la fama, propuso siempre lo que él llamó una “estética de la abdicación”, en la que incluía no sólo “la posibilidad de bienestar material” sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad, convencido de que el hecho divino de existir no debe asimilarse al hecho satánico de coexistir.