Este volumen XIII de la Obra de Fernando Pessoa, que ABADA viene publicando en edición bilingüe y anotada, es el sexto dedicado a su trabajo ortónimo (concretamente al escrito entre los años 1931-1934), y se acompaña en esta ocasión de un breve pero atractivo y sugerente prólogo del traductor, Juan Barja.
«El 1 de abril de 1931 es un día marcado –y sin duda con su piedra blanca– en la poesía pessoana, un día fasto y significativo. Si en la ‘revelación’ de 1914, diecisiete años antes, el poeta había encontrado de pronto el “drama em gente” –el dramatis personae– y el modo de ser y de actuar –en el doble sentido de este verbo– en la poesía portuguesa de los otros tres nombres de su nombre –a saber, Caeiro, Campos, Reis, como personajes de papel y en su papel de personajes–, ahora encuentra la definición detallada y concreta – calculada– de lo que llama “Autopsicografía”, término por él compuesto e ideado que contiene la idea del secreto total de su escritura, en la que encontramos que Pessoa –el que llaman el “Pessoa mesmo”– es en realidad otro heterónimo del que es, simultáneamente, ese ‘mismo’ que ‘él’ es y no es». (Juan Barja).
Ficha técnica
Editorial: Abada
ISBN: 9791387521219
Idioma: Castellano
Número de páginas: 576
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 10/09/2025
Año de edición: 2025
Plaza de edición: Madrid
Alto: 20.0 cm
Ancho: 14.0 cm
Peso: 755.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Fernando Pessoa
Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 1888-1935), escritor, crítico, dramaturgo, ensayista, traductor, editor y filósofo, fue una de las figuras literarias más importantes y complejas del siglo xx y uno de los grandes poetas en lengua portuguesa. Director y colaborador de varias revistas literarias, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. Escribió en inglés (vivió en Suráfrica en sus años mozos) una parte de su obra, que se desplaza magistralmente de la vanguardia al clasicismo. Desdeñoso de la fama, propuso siempre lo que él llamó una “estética de la abdicación”, en la que incluía no sólo “la posibilidad de bienestar material” sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad, convencido de que el hecho divino de existir no debe asimilarse al hecho satánico de coexistir.