En un mundo donde la peor enfermedad es la soledad y la pérdida de una referencia trascendente, donde tantos hombres y mujeres buscan sin hallar respuestas al porqué y al para qué de la vida, una pequeña llama comenzó a brillar en los años setenta, en una sencilla parroquia de Miami. Fue el primer Retiro de Emaús: una experiencia nacida del deseo profundo de volver a escuchar al Resucitado que camina junto a nosotros, incluso cuando no lo reconocemos.Aquella luz, encendida humildemente por un grupo de creyentes, empezó a pasar de mano en mano, de corazón en corazón, entre caminantes y servidores. Cruzó mares, lenguas y culturas, y poco a poco esa llama se fue haciendo más luminosa, más cálida, más viva. Hoy ilumina el camino de miles de personas que, alejadas del amor de Dios, han descubierto en Emaús una puerta abierta hacia la fe, la sanación interior y la reconciliación.En cada retiro, el corazón cansado encuentra descanso; el herido, consuelo; el creyente, una alegría nueva. Emaús no promete respuestas fáciles, pero sí un encuentro real con Cristo, que transforma la vida desde dentro y devuelve la esperanza. Quienes lo han vivido no pueden callarlo: regresan convertidos en servidores, deseosos de acompañar a otros en ese mismo camino y de ofrecer la luz que ellos mismos r