Terminal es un canto de desesperanza y amor, amor desesperado. Es un estallido de imágenes que se agolpan en la mente del autor y pugnan por salir a la superficie tal cual son: primitivas, llanas, patéticas, con un lenguaje vivo, directo, conciso. Frases cortas, metáforas de mil interpretaciones que podrán producirnos desde concordancia emotiva hasta odio visceral, pero en ningún caso indiferencia. Terminal es una verdad, excesivamente flagrante a veces, para aceptarla con toda su crudeza; maravillosa y oscuramente subjetiva otras, para que nuestra ira no nos haga estallar. Terminal es color, todo el color, los sentimientos del color, el color que impregna la carne, las vísceras, nuestra mente suda color… Terminal es también la negación del color, la ausencia de toda luz, la vida y la muerte. Terminal es comunión, no con santos, héroes o muertos, sino con el ser, con los oprimidos por botas ajenas o propias, con la naturaleza olvidada y con la libertad.