Aitor Sáez describe, con las herramientas del mejor periodismo narrativo, unos hechos que se leen con la avidez de la mejor novela. Adentrándose en territorios a los que casi nadie se atreve a llegar, el autor profundiza en un ejercicio de memoria y dignificación de las víctimas de Colombia, personas que en las más dramáticas circunstancias fueron capaces de aferrarse a la esperanza.
El plebiscito abrió la brecha entre las dos Colombias, la que vivió el conflicto y la que no. La histórica paz se diluyó en las tinieblas hasta adquirir una connotación incluso negativa. Se trata de los relatos de posguerra de un conflicto de mas de medio siglo.Hasta hace muy poco tiempo habria sido impensable acceder a cuatro campamentos de las FARC (antes y despues de su dejacion de armas), a las filas del ELN, con los cocaleros, laboratorios de narcos, con disidencias guerrilleras, zonas fronterizas de contrabando, o simplemente a remotas veredas azotadas por los grupos armados. Con el secuestro y asesinato de tres periodistas ecuatorianos del diario El Comercio, a manos de una disidencia de las FARC, se ha marcado un antes y un despues para la libertad de prensa en Colombia. Me entusiasmo descubrir rincones y comunidades inhospitas, que en numerosas ocasiones, conocian a un extranjero por primera vez. Era una introspeccion en los sentimientos y comportamientos universales de la humanidad en situaciones limite. De los protagonistas tambien alimente mi pasion por este pais, que en las mas dramaticas circunstancias era capaz de sacar esperanzas e invadirme por ese aguerrido optimismo. Me apasionaron sus extremos, esa posibilidad de toparse con lo mejor y lo peor de un momento o lugar a otro. Y no me hizo falta ver ninguna serie de narcos para vibrar con esas realidades, que trascienden a la morbosa ficcion de un mafioso, cuya historia y epoca desgrano holgadamente en uno de los capitulos. Eso si, sin adornos y con la mayor rigurosidad posible. De hecho, me irrito igual que mi compañera y como cualquier colombiano cuando en España asocian a Colombia unicamente con Escobar. Quiza ese es otro de los estigmas que he pretendido superar con este libro.