Este libro estudia las relaciones que existen entre le uso del lenguaje cotidiano, la fijación de sistemas de creencias y la existencia del sentido común, entendidos como un conjunto de conocimientos que nos guían y condicionan en nuestra conducta cotidiana, a la vez que determinan qué podemos decir y cómo podemos entender lo que nos dicen. El autor examina las tensiones que existen dentro de una comunidad lingüística al diferenciar el funcionamiento individual del funcionamiento social: todos utilizamos el mismo dialecto pero no todos poseemos los mismo significados para ejercer los mismos roles sociales. Sin embargo, esto no sólo no impide la comunicación lingüística sino que le otorga un orden. Claro que este orden comunicativo impone una clasificación del mundo en el que no todos los hablantes somos iguales, aunque debamos mantener la ilusión de que lo somos y de que nos podemos entender razonablemente entre todos. Esto implica que el sentido común no sólo puede ser incoherente e incongruente para poder funcionar. Las incoherencias en el uso lingüístico son consecuencias de la presencia de un discurso dominante, que impone las referencias, lo que puede o no decirse y cómo debe ser dicho, pero no impone los valores -positivos o negativos- que pueden tomar. En suma, una obra necesaria para comprender por qué no todos entendemos lo mismo aunque recibamos los mismos mensajes y por qué no todos podemos decir lo mismo aunque algún diccionario y gramática nos lo quiera asegurar.
Mediante el uso del lenguaje los hablantes se constituyen como sujetos individuales. De esta manera diferencian su yo del vos o tú de sus interlocutores y del él correspondiente al tercero excluido del dialogo. El lenguajecomo capacidad de la especiesolo se realiza a traves de diferentes dialectos que identifican y distinguen comunidades de hablantes. Estos dialectos, adquiridos en los primeros años de vida, ofrecen -a traves del lexico, las reglas gramaticales y los sistemas de clasificacion implicitos- una vision completa del mundo en el que nos movemos. Sin embargo, la absoluta disponibilidad de recursos linguisticos es solo una ilusion. Dado que vivimos junto a otras personas, estamos sujetos a las reglas de comunicacion que cada comunidad posee. En las distintas situaciones, aunque con diferente grado de ritualizacion, existen reglas que restringen la libertad de utilizar las formas de nuestro dialecto. Es asi como el uso linguistico ofrece posibilidades y al mismo tiempo acota nuestra actividad comunicativa.Ademas, los hablantes de los diferentes dialectos no son todos iguales: pertenecen a distintos grupos y clases sociales, tienen diversas edades, disimiles intereses, poseen diferentes posibilidades de acceso a los productos del trabajo social. Esto hace que los dialectos presenten variacion: no existen dialectos reales homogeneos. Dentro de cada uno, los diferentes grupos luchan por imponer valoraciones especificas a las formas linguisticas. Esto hace que los dialectos tambien cambien en el tiempo. No hay dialectos estaticos: acompañan y favorecen las crisis y los cambios de una comunidad. Sujetos de la lengua traza un recorrido que es a la vez una introduccion al estudio de estos fenomenos y un programa de investigacion para la sociolinguistica.