La Primera Guerra Mundial, o Gran Guerra, como la conocieron sus contemporáneos, trajo consigo unos cambios colosales. El mundo de 1918 no se parecería en nada al de 1914. Nueve millones de muertos y veinte millones de heridos y mutilados fue el precio que los países beligerantes pagaron por su locura. Cuatro imperios (alemán, austro-húngaro, ruso y turco) desaparecieron. Surgieron nuevas naciones, en Rusia se estableció un gobierno bolchevique y los Estados Unidos desplazaron a Gran Bretaña como primera potencia mundial. Cambiaron las costumbres y los valores tradicionales desaparecieron. La espantosa matanza acabó con el optimismo humanista del siglo XIX y con el ilusorio sentido de seguridad con el que habían vivido varias generaciones de europeos.
La Gran Guerra cambió el mundo de forma radical. El Tratado de Versalles de 1919 culpaba a Alemania y le imponía unas durísimas condiciones. Pero Alemania no estaba sola; al terminar la guerra toda Europa habia caido en la pobreza y gran parte de su poblacion estaba embrutecida y amargada. Los años 20 fueron una epoca de recuperacion economica, pero en 1929 estallo una gran crisis que estuvo a punto de acabar con el sistema capitalista. El hambre y la miseria volvieron a aparecer. En la decada de los 30 el viejo mundo parecia caduco y los partidos politicos tradicionales no daban soluciones. En 1939 estallo la Segunda Guerra Mundial. Hoy, pocos historiadores ponen en duda que las dos contiendas mundiales son un mismo conflicto y como tal deben ser estudiadas.