La actividad empresarial de las personas de origen chino, pakistaní, indio, japonés, coreano, bangladeshí y taiwanés en España sobresale en la historia y actualidad de los flujos migratorios internacionales que se han dirigido y asentado en el país. La presencia asiática, aunque dispersa por todo el territorio nacional, se concentra especialmente en las comunidades autónomas de Cataluña y Madrid, teniendo en las islas Canarias otro de sus destinos tradicionales. La Red de Investigación sobre Comunidades Asiáticas en España presenta un detallado mapa de la localización de la población y empresas de origen asiático en estas tres comunidades autónomas. A través de estudios de caso se han reconstruido trayectorias empresariales que sacan a la luz las características de un importante tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas familiares. La adaptabilidad, flexibilidad y movilidad junto a los múltiples vínculos transnacionales y las ventajas comparativas de la biculturalidad que poseen los empresarios de origen asiático, nos muestra a ciudadanos globales que viven en red y contribuyen a la internacionalización de la economía española.
«Utopía incumplida», «revolución aplazada», son expresiones utilizadas para describir la relación entre los géneros en China. Los indudables avances de las mujeres en la sociedad china a lo largo del siglo XX -la incorporación masiva al mundo del trabajo-, no han acabado con su subordinación, aunque la independencia económica suponga un gran paso adelante, como demuestran las empresarias de hoy o las sericultoras de antaño. La Larga Marcha emprendida por las mujeres hacia su emancipación y liberación, se puede descubrir en las páginas de este libro, en el que vibran las voces de sus protagonistas, voces heterogéneas de la «mitad del cielo» que la autora recoge en su diversidad social, geográfica y de edad. Madres, trabajadoras y estudiantes son los principales personajes de la obra. La tensión entre los papeles reproductivos y productivos de las mujeres se extiende en un proceso de rupturas y continuidades: desde su sometimiento en la ortodoxia confuciana tradicional, pasando por la «mística femenina» propia de la república, hasta el movimiento de lucha por la igualdad que acabó liderando el partido comunista. Pero si para la «mujer de hierro» socialista «lo que hace un hombre, también puede hacerlo una mujer», para el nuevo movimiento femenino «lo que hace una mujer, no puede hacerlo un hombre», ya que ahora el objetivo es redefinir un espacio alejado de la competitividad masculina y reivindicar una identidad susceptible de recrear un mundo más justo.