El día a día con Luna es una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. El despertar de esta convivencia ha llevado consigo multitud de revelaciones, todas ellas surgidas a raíz de mi conocimiento del psicoanálisis. El coloquio y el debate con mi psicoanalista Paloma Blanco alentaron este contacto tan enriquecedor con estos seres fascinantes. La fidelidad es una cualidad esencial. El espacio tan ampliamente otorgado para cuidarla, la invención sanadora que ha supuesto nuestra relación diaria, los afectos prodigados, el bienestar junto a ella, han significado una valoración personal hacia la vida felina como una excelente colaboración para la existencia humana. Su afecto desinteresado siempre ha alentado lo vital para escribirle este poema. La convivencia con Luna ha supuesto incluso la curación de enfermedades, y no exagero al afirmarlo. El deseo de este libro tendría un feliz cumplimiento si el lector disfrutara a través de las páginas de un momento cordial de lectura.
La Poesía, amiga de la soledad y mía, confidente de mis días. Leemos sonoridades, evocaciones, deseos. Nos asomamos a estos poemas, como una ventana, desde donde ojear los amaneceres, los colores, el mar, el amor, el deseo, la vida bulliciosa y muy preciada, la solidaridad, la Paz, la educacion y la cultura; los niños con sus asombrados ojos. Recogemos nuestros sentimientos desde el paisaje mediterraneo. Ciudad donde el fresquisimo aire de verano es un gran abanico por la noche. El tiempo, siempre escaso en una vida. En sus paginas, las palabras son escasas para nombrar; se asemejan a una mºsica y una vitalidad; descripciones en unos momentos gratificantes. Hay veces donde las ilustraciones, hacen la lectura mas llevadera, o simplemente menos monotona. Vaya este libro para mi incansable hija, Ana; mis amigos desde la infancia, hasta los años muy venideros, mis conocidos, en los distintos espacios donde transcurre mi vida.