El rodaje de una película resucita Sincairén, pueblo abandonado más de veinticinco años atrás, y, a la vez, una historia traspapelada, referente a los tiempos del levantamiento militar que se produjo en el país, a mediados del siglo veinte.Fascinados por ella, el director y la guionista cambian sus planes iniciales y deciden llevar esa nueva historia a la pantalla, rodándola en Sincairén, el lugar en el que ocurrió.Después de eso, es posible que las hormigas voladoras puedan volver a detenerse en Sincairén, como ocurriera cuando el pueblo fue fundado.
Una montaña rusa. Si nos subimos a la vagoneta con Julio, nos deslizaremos al ritmo vertiginoso de sus pensamientos hacia un lugar en el que las palabras no son lo que parecen o no parecen lo que son. Lo que en un momento es vertical, puede ser horizontal un instante después, a menos que el mar rompa en un arrecife bajo la ventana ...
Sincairén es una tierra forjada por un puñado de mentiras, leyendas e historias, que con el paso del tiempo han ido conformando su identidad y su destino. Sincairén es literatura que nos atrapa, herencia de Rulfo y Garcia Marquez, acunada por la magia de los personajes y las descripciones. Sincairen, como se repite de forma constante y casi obsesiva a lo largo de todo el relato, es el principio o el final del mundo, como uno prefiera.Cronicas de Sincairen es la evocacion de una memoria que nos pertenece y podemos atesorar, un reencuentro con una coleccion de sensaciones y sentimientos, capaces de responder a la pregunta que flota en el viento: ¿Alguna vez te acordaras de mi?