Sota un bosc de cirerers plenament florit és una obra mestra i aclaparadora. Esteticista, cruel, onírica, existencialista, són adjectius que s’utilitzen sovint per definir l’escriptura d’Ango Sakaguc
Ango Sakaguchi, la voz más destacada e inconformista del pensamiento crítico surgido tras la Guerra Mundial, fue el primero en cuestionar los arquetipos culturales y sociales que atenazaban a la sociedad japonesa de su tiempo y que moldearon la mentalidad que condujo a la guerra. En sus ensayos, Ango desmonta los engaños del nacionalismo y ofrece una vision descarnada del ideario que precipito el desastre, al tiempo que construye un alegato en defensa de las pasiones mas humanas, de la libertad y de la esencia que aflora cuando se lucha por sobrevivir en una situacion extrema.Sus reflexiones sobre la sociedad, el emperador o el peso de la tradicion siguen vigentes hoy en dia en un pais que avanza hacia el futuro conjugando la mas futurista vanguardia con las tradiciones mas arraigadas.
Un despiadado ladrón se ha instalado en las montañas y aterroriza a los viajeros que osan cruzar el solitario paso de Suzuka y su misterioso bosque de cerezos. Un día, en una de sus habituales fechorías, el ladrón cae rendido ante la arrebatadora belleza de una enigmática mujer. Subyugado por su hermosura, el bandido se desvivirá por colmarla de oro y joyas pero el deseo irrefrenable de la caprichosa mujer lo sumirá en una vorágine de muerte y locura que solo podrá llegar a su fin de una única forma... Incluye también «La princesa Yonaga y Mimio» y «El Gran Consejero Murakami» otros dos relatos de Ango Sakaguchi protagonizados por mujeres fatales en los que la belleza se torna en perversión y el deseo, en violencia.
Tokio, marzo de 1945. Enjambres furiosos de bombarderos vacían sus vientres plateados reduciendo la ciudad a un páramo de cenizas, mientras las vidas de sus habitantes prosiguen, contumaces y desgarradas, en su caotico devenir.Hombres vacios de esperanza que viven por inercia abrazados a la tragedia; mujeres cuyos cuerpos palpitan de deseo bajo el estruendo de las explosiones y el calor abrasador de las bombas incendiarias; viejos decrepitos avidos de miseria que se recrean en la devastacion y en los cadaveres calcinados. Y a miles de kilometros, jovenes soldados en la flor de la vida estallan como perlas al arrojarse en los brazos de la muerte. Un alegato contundente y desgarrador contra el sinsentido de la guerra.