Buena parte de los logros de la democracia española no hubieran sido posibles sin la colaboración -no exentade cierto servilismo- de los generales y altos mandos militares. Pero ello no obsta para que su pasividad enocasiones, y abandono la mayoria de las veces, hayan llevado a la situacion actual. Los generales en activoOcon alguna honrosa excepcion- no han hecho sino dar prueba de un entreguismo y de una dejacion de susresponsabilidades sin parangon en la historia de España, subordinando sus carreras y tareas a la magnanimidadde los politicos del momento, dando un mal ejemplo a sus subordinados e hipotecando su futuro y el de lacarrera militar como tal.Ahora que ya esta mas que concluido el proceso inicial de entronizacion de la democracia en España,puede afirmarse que la llamada Transicion quiza haya sido despues de todo el momento mas brillante de lahistoria contemporanea de la nacion, incluso con sus claroscuros y errores. Pero la reforma militar iba de lamano de la reforma politica, y el general Gutierrez Mellado no fue capaz de trazar el camino ni de mantener lacalma en una institucion que estaba en el centro de la atencion del publico y de la clase politica. A la postre fueel propio Gutierrez Mellado quien mas politica hizo, sin contribuir para nada a la modernizacion
Lo que había ocurrido realmente el 23 de febrero de 1981 está claro hoy: independientemente de los autores e inductores, no había sido nunca un intento de golpe de estado sino una operación especial para reparar el sistema politico, una operacion con la que estaba de acuerdo la mayor parte de la clase politica, y por supuesto, la institucion monarquica. En principio su objetivo era el de solucionar los problemas surgidos con el desarrollo del proceso autonomico, reformar la Constitucion en aspectos que parecian necesarios, modificar la ley y proceso electoral, y acabar con la violencia terrorista. No se hizo nada de esto, y a fecha de hoy sigue sin haberse hecho nada -a excepcion del problema terrorista-, ya que el verdadero objetivo era solo reforzar la posicion y el papel de la monarquia, sacrificando cualquier otra posible finalidad. La consecuencia inmediata del 23 de febrero no fue otra que la de que la Corona emergiera de forma poderosa ante la opinion publica y toda la nacion, con el beneplacito de la clase politica, complice de aquella farsa. Antonio J. Candil era militar en activo durante los meses clave de estos acontecimientos y amigo o conocido o colega profesional de muchos de los militares involucrados. Retirado del ejercito desde hace mas de una decada, goza ahora de mayor distancia tanto critica como historiografica. Como recoge en su Prologo el historiador Stanley G. Payne, "aporta aspectos nuevos al estudio de esta problematica. Expone los recuerdos de un militar en activo de esos años, con muchos contactos militares tanto directos como indirectos, acompañados de unos datos nuevos. Ofrece tambien un conocimiento detallado y sistematico de la enorme literatura sobre esta cuestion, mientras presenta un analisis critico y riguroso que abre perspectivas diferentes. Ademas, dedica una atencion original a ciertos aspectos, como el subsiguiente proceso militar de los implicados."
El ejército español no contó con las experiencias que la Primera
Guerra Mundial otorgó a los diversos contendientes. La introducción
de los primeros carros de combate durante la guerra de África
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