Sin el manual de vampirología del Padre Calmet, el secretario de Lord Byron, John william Polidori, no hubiera escrito nunca El vampiro, ni Sheridan Le Fanu su célebre Carmilla, ni a Bram Stoker se le hubiese pasado por la cabeza redactar los diarios y las epístolas que constituyen Drácula, la novela de miedo más famosa de las letras universales. Sin el tratado pionero de Dom Calmet los vampiros no poblarían nuestras más inquietantes pesadillas. Augustin Calmet nació en Mesnil-la-Horgne, cerca de Commercy, en 1672. Moriría en Paris (1757). Reputado biblista e historiador, abad del monasterio benedictino de Sénones, en Lorena, publicó en 1751 la versión definitiva de su Traité sur les apparitions des esprits et sur vampires oú les revenants de Hongrie, de Moravie, etc. El segundo y último tomo de la obra está integramente dedicado al vampirismo, un fenómeno que inicia aquí su viaje por la literatura fantástica europea.
A mediados del siglo XVIII, un sabio benedictino francés, Augustin Calmet, publicó un volumen sobre los no muertos que salen de sus tumbas para alimentarse con la sangre de los vivos. El Tratado sobre los Vampiros de este autentico monstruo de la erudicion biblica origino uno de los mitos que todavia hoy goza de mejor salud literaria y mayor atractivo popular: el vampirismo. Sin la aportacion de Calmet, sevreramemte cuestionado por el Padre Feijoo, Dracula no habria surgido de la pluma de Bram Stoker ni Polidori ni Sheridan Le Fanu hubieran creado sus monstruos chupasangres. Aqui esta el origen del mal, el primer libro de vampiros de la historia de la literatura.