¿Podemos reírnos aún de Silvio Belusconi, de Dominique Strauss-Kahn, de Nicolas Sarkozy, de Carla Bruni, de Marine Le Pen, de Brigitte Bardot, de François Hollande, de Gérard Depardieu, de Michel Houellebecq? ¿Del gasto armamentistico, de los accidentes de trafico, del dopaje, del burka, de los sin techo, de los suicidios, de la eutanasia, de los chinos, de la pedofilia, de Dios, de las religiones, del terrorismo?En este libro, Cabu, que fue victima de la misma libertad de expresion que defendio hasta el ultimo minuto, pone de manifiesto que no solo se puede sino que seguramente es nuestro deber hacerlo.No hay que poner limites al humor, que esta al servicio de la libertad de expresion, porque donde el humor se detiene, el espacio que deja libre lo ocupan con frecuencia la censura o la autocensura. Ni las religiones y sus integristas, ni las ideologias y sus militantes, ni las gentes de orden y sus prejuicios han de poner obstaculos al derecho a la caricatura, aunque sea excesiva.Cabu, de nombre real Jean Cabut (1938-2015), fue un dibujante de comic frances. Colaboro con las revistas Hara-Kiri, Charlie Hebdo y Le Canard enchaine y, con el tiempo, se oriento hacia la caricatura politica. Gano numerosos premios por sus viñetas, como el Crayon dOr en 1969 y el trofeo Haga en 1979. Cabu fue asesinado en el atentado a Charlie Hebdo, en Paris, perpetrado por terroristas islamistas el 7 de enero de 2015, en el que tambien murieron celebrados dibujantes de la revista como Charb, Georges Wolinski y Tignous.
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