Carlos Alonso MedizábalBlas de Lezo, vencedor en veintidós batallas navales, en las que perdió una pierna, un ojo y la movilidad de un brazo, fue el héroe merecedor de los más altos honores y dignidades que España debió ofrecerle. Sin embargo, el viejo rey loco Felipe V, después de que Blas de Lezo derrotara a los ingleses, le destituyó ingratamente de sus cargos, a petición del virrey Eslava, a pesar de haber sido el verdadero artífice de la gesta más brillante de la Historia Naval. Por el contrario los ingleses, sus eternos enemigos, respetaron su nobleza y admiraron su ingenio apodándole, "el marino que surgía de entre la niebla". Blas de Lezo murió a los 53 años, pobre y menospreciado, sin que la patria haya mostrado gran entusiasmo en reconocer sus enormes méritos en su defensa y favor. Siempre nos quedará una pregunta: ¿por qué Blas de Lezo fue el malquerido de los virreyes de aquella América colonial?
Esta es la biografía novelada del extraordinario capitán Juan de Fuca. Griego de nacimiento y español por matrimonio. En época de Felipe II navegó más de cuarenta años como capitán de la Armada de la Corona de España. Cruzó más de diez veces el Océano Atlántico, para después decidirse por el Mar del Sur u Océano Pacífico, fijando su base primero en Acapulco y luego en el Callao y Filipinas. Transportó el oro del quinto real de Valparaíso al Callao sorteando temporales y piratas ingleses. Se dedicó al comercio privado en Manila y al final de su carrera fue recuperado por el Virrey de México para adelantarse a los ingleses y descubrir el legendario Paso del Noroeste. El primer intento fue un fracaso, pero en una segunda oportunidad el éxito pareció iluminar su buena estrella. Fue tal la alegría del Virrey que le prometió, en nombre de Felipe II, un premio en consonancia con el descubrimiento, pero el premio nunca llegó. Hicieron falta dos siglos para que el descubrimiento fuera reconocido en la cartas náuticas como Paso de Juan de Fuca, entre la ciudad de Vancouver en Canadá y la de Seattle en Estados Unidos. Los cartógrafos rusos fueron los primeros en nombrarlo y en la actualidad figura en todos los mapas.
¡PRESTOS A VIRAR! es la segunda novela del autor donostiarra Carlos Alonso Mendizábal, después del éxito de ¡Arte al Agua! En ella se narran las hazañas de los corsarios guipuzcoanos durante las guerras entre el emperador Carlos V y el rey de Francia, Francisco I, en las que se "tomaron" más de mil grandes naos a los franceses, muchas de ellas repletas de saín y bacalao. El espíritu aventurero y mercantil de la época queda reflejado en el hidalgo castellano D. Nuño de Zapardiel, hijo de un comunero condenado a muerte tras la batalla de Villalar, así como la vida cotidiana de la ciudad de San Sebastián en el siglo XVI y de los valerosos marinos vascos que navegaron a la pesca del bacalao, la captura de ballenas y al corso por las aguas de Terranova. Podremos también recrearnos en la ruta a los galeones a las Indias y en el bullicioso ambiente de las ciudades de Cádiz y Sevilla de la época. ¡PRESTOS A VIRAR! es una sorprendente novela histórica de alto valor documental y evocador que enseña deleitando a la vez que nos cautiva.
"Arte al agua" es un reportaje de la actividad y de la vida de un barco de pesca de bacalao en el año 1955. El relato se ha novelado para evitar la dureza de un simple y frío informe y se ha incluido en él una historia real de amor y odio para aquellos lectores a los que los acontecimientos marinos les resultan arduos o ajenos. "Arte al agua" explica cómo, dónde, cuándo y por qué se pescaba bacalao. Pez católico por excelencia -"el fiel amigo" le llamaban los portugueses- gracias a él muchas gentes pudieron cumplir con los principios de ayuno y abstinencia de los viernes. Pez histórico y pez alimenticio que permitió matar el hambre a los pobres y deleitar hoy a los ricos. "Arte al agua" transcurre a través de las rutas tradicionales de los bacaladeros que salían de Pasajes a principios de año y volvían a su base bien entrado el mes de Julio, para nuevamente hacerse a la mar hasta el mes de Diciembre pasando por los mares de Islandia, Terranova o Groenlandia. También explica las vicisitudes físicas y morales de una actividad -"le gran metier" dicen los franceses- que se consideró como una de las más duras y peligrosas junto con la de los mineros. Por ello, este relato es una auténtico homenaje a aquellos hombres. Su lectura emociona y entusiasma. Su estilo simple y directo nos muestra con nostalgia y melancolía un tiempo y una época, que no era la más próspera para los europeos y menos para los ibéricos, pero eso no impedía ni el sentido del humor ni el sentido del deber.