Criar a un niño es una tarea en la que se reactiva la historia de cuidados del adulto. Para los padres y madres que provienen de entornos negligentes, agresivos, excesivamente exigentes o descuidados, las heridas emocionales del pasado pueden interferir poderosamente con sus capacidades actuales para criar con seguridad. Asi, los adultos traumatizados pueden transmitir aspectos de su dolor no resuelto al niño. Este libro explora con detalle los mecanismos por los cuales el daño de una generacion puede ser heredado por la generacion siguiente, y presenta los principios de una posible psicoterapia centrada en el vinculo con familias vulnerables. Apoyandose en los hallazgos mas relevantes de la psicologia del apego, el moderno psicoanalisis y las terapias padres-hijos, el autor desarrolla un retrato de la seguridad, la inseguridad y el trauma en las relaciones tempranas, asi como un modelo de intervencion que busca reconstruir la seguridad en dichas relaciones. El libro desarrolla una sintesis comprensiva de los obstaculos que pone el trauma parental en el camino de una crianza segura. Los circulos viciosos de la inseguridad y el trauma que se describen en estas paginas, al repetirse, generan algunos daños evolutivos en el niño. A largo plazo, estos daños pueden arrastrar a la victima a convertirse en victimario ...
Carlos Pitillas Salvá domina el mecanismo del extrañamiento de la buena ficción inquietante, la que nos convierte en turistas perplejos dentro de nuestra cabeza. Tiempo y dolor son las dos coordenadas principales sobre las que se desarrolla esta antologia. La metafora emerge desde dos niveles distintos, pero en sincronia: desde el simbolismo de cada historia y desde la prosa poetica con que todas se despliegan.Lo mas terrible de estos cuentos, incluso de los que juegan con elementos fantasticos, es que son verdad, en el sentido mas profundo: tratan de los miedos reales con los que todos nos vamos a enfrentar, tarde o temprano.Pero ¿no habiamos venido a conmocionarnos?.Entre los parrafos de estos relatos afloran ecos de Ana Maria Matute y sus niños tristes, de Cortazar y sus desdoblamientos fantasticos, de la lirica crepuscular de Menchu Gutierrez, de la nostalgia futurista de Bradbury o de la crudeza intima de Carver, pero sobre todo descubrimos a un autor honesto (y me refiero a ese tipo de honestidad que a menudo se confunde con la crueldad), dotado de una voz poetica absolutamente personal, sugerente y oscura. Todo un advenimiento para los lectores tocados por el vicio de lo siniestro, quienes ya podemos unirnos a estos Ruidos humanos con nuestra silenciosa y sobrecogida ovacion