La noche del cazador, el único largometraje dirigido por el actor inglés Charles Laughton en 1952, es un verdadero ejercicio de sabiduría. Una película decididamente singular dentro de la historia del cine en la que, sin embargo, no es posible establecer una direccion unica. En su travesia hallamos un denso y enigmatico poema en imagenes que convoca tanto el espiritu fabulistico de los "fairy tales" como la crueldad del cuento gotico. A traves de multiples filiaciones -de la Biblia, fuente de la que se nutre el puritanismo anglosajon, a la literatura visionaria de Hawthorne y Poe; de la inspiracion filmica de Griffith a los relatos de Twain, Wolfe o Anderson sobre los que se ha edificado el sueño americano...- nos encontramos con un poderoso relato iniciatico sobre el fin de la inocencia y un enigmatico thriller familiar donde las tinieblas morales pesan mas que las tinieblas de la noche. Un filme de marcada composicion onirica que permite explorar las claves de los sueños sin que en esta ambigua caceria humana sea posible conciliar el sueño ni quepa esperar un despertar ordenado a su termino. Y es que, siendo una obra maestra del fantastico, La noche del cazador es tambien una experiencia limite para el espectador que retiene en cada visionado el sentimiento de un desorden interior. Una experiencia intima que exige ser remontada una y otra vez, como se remonta el rio de los cuentos, para captar su estela de misterio y bucear en las riberas donde se depositan nuestros enigmas.