A veces, equivocarse es sólo el primer paso . Existen sucesos que hacen que nuestro mundo se tambalee y se haga añicos como un puzzle de mil piezas. Esas circunstancias no son necesariamente trágicas ni extraordinarias, pero resultan decisivas. Las primeras relaciones amorosas, una amistad frustrada, una amiga en apuros o el conflicto con algunos compañeros de clase resultan a menudo apasionantes, ya que lo que nos jugamos en estas situaciones es cómo ser nosotros mismos. Esto es lo que les ocurre a los protagonistas de este libro: jóvenes en la encrucijada de decidir qué clase de persona quieren ser.
Tras la muerte de su madre, la joven Eva tiene que trasladarse a vivir a Gran Canaria. Allí tendrá que emprender otro viaje: conocerse a sí misma y a su padre, al que apenas ha visto. Perdida en el mar se adentra en las dificultades que los jóvenes deben vencer durante la construcción de su personalidad adulta. Eva emprende este camino a través de su diario personal y de la correspondencia electrónica que mantiene con un profesor de Santiago de Chile y con los amigos que deja en Madrid. Esta novela nos recuerda que, aunque es fácil perderse en alguna ocasión en el mar, siempre hay que seguir remando para salir a flote.