Daniel PelegrÍn

En Estragos, un hombre regresa, tras casi cuarenta años de existencia anodina, a la ciudad en la que su vida quedó truncada, sin que por ello encontrase la muerte. La memoria de lo acontecido en la batalla de Teruel -recuerdo fiel, falseado o imaginado en diversas voces narrativas más o menos solapadas- convive con un presente en el que poco a poco se vislumbra un resquicio de luz entre tanta sombra. Los materiales dispersos que una adolescente reúne, máscaras confusas o diáfanas del pasado y el presente, forman una historia doble, diferente y sin embargo indisociable, que es también la historia de esa joven. Soledad y desencuentro, curiosidad y miedo, frustración, desamparo, pero por encima de todo el deseo de conocer y la necesidad de contar. Los estragos del tiempo y el dolor pasado marcan a los personajes, pero igualmente la memoria del tormento sirve de estímulo para la narración, que es a la vez refugio ante el sufrimiento y huida de la propia existencia, incluso de los propios deseos.

Mientras la negra Inês do Carmo aprende los secretos de las curas y los hechizos, Adélia transita, tras un aborto, por una vida rota y difusa. Los tres siglos que las separan no son una barrera sino la energía de dos olas condenadas a cruzarse. Recuperar la historia del proceso por brujería de Inês do Carmo se convertirá en la ruta vital de Adélia para enfrentar los propios misterios de sus emociones. Una obra original, madura y consistente, armada sobre una colección de misterios que comienzan en el propio título, y terminan incluyendo los propios del lector.