Aparte de la tríada formada por Ovidio, Virgilio y Horacio, pocos autores de la literatura latina han ejercido una influencia tan sostenida en las letras europeas a partir del Renacimiento como Juvenal. Contemporaneo y amigo de Marcial -que le dedico tres amistosos epigramas-, vivio o padecio a lo largo de su extensa vida (ca. 50-128 d.C.) los gobiernos de numerosos emperadores, desde Neron hasta Adriano. De el se conservan dieciseis poemas (uno de ellos, el ultimo, incompleto) repartidos en cinco libros y conocidos habitualmente con el nombre de Satiras. Genero literario tipicamente latino al cual dieron lustre asimismo Horacio y Persio, la satira es una composicion en la que el autor pretende poner de manifiesto y fustigar los vicios, defectos y desatinos tanto de personas individuales como de la colectividad. Asi, no es de extrañar que, andando los siglos, quien fuera el mas grande de los satiricos romanos tuviera en la España de los ultimos Austrias el mejor y mas directo de sus descendientes, Francisco de Quevedo. La naturaleza humana cambia en sus adornos y manifestaciones, pero es practicamente inmutable en su esencia: este es uno de los axiomas de la satira y lo que da al genero su caracter imperecedero. Por todo ello, Juvenal -su inteligencia inmisericorde y su ardoroso impulso, como apunta en su Introduccion Francisco Socas, autor de esta afinada traduccion y de las notas que la acompañan- conserva hoy toda su vigencia.