Con tan solo ocho años era el encargado de esperar a sus compinches, con el motor en marcha, para huir de la policía. A los doce había sido detenido 150 veces y en su historial figuraban atracos a mano armada y dos intentos de homicidio. Después de escaparse de varios reformatorios, lo llevaron a la Ciudad Escuela de los Muchachos. Allí conoció a Alberto Muñiz, el Tío Alberto, fundador de la CEMU, quien obró el milagro de convertir a aquel caso perdido en un campeón automovilístico y un individuo perfectamente integrado en la sociedad.