Donald Antrim nació en Sarasota, Florida, en 1958 y publicó su primera novela, Elect Mr Robinson for a Better World, en 1993. Tanto ésta como Los cien hermanos (finalista del Premio PEN/Faulkner) suponían una sátira del American way of life, un camino que vuelve a explorar en El verificador, con la que cierra una trilogía de novelas satíricas breves. La originalidad de su obra provocó los encendidos elogios de la crítica más exigente, hasta el punto de considerar a su autor como «tal vez el mejor joven escritor de América». Sus relatos han aparecido en las revistas Harper’s y Paris Review, y en 1997 fue elegido por el New Yorker como uno de los veinte mejores escritores estadounidenses menores de cuarenta años. Vive en Brooklyn, Nueva York.
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Donald Antrim's mother Louanne was a difficult woman: an operatically suicidal, chainsmoking, delusional alcoholic who even when sober believed that her cat Merlin was a descendant of the Arthurian necromancer. Seeing his own life bound up in her relentless deterioration, Donald Antrim embarks on this strange, marvellous memoir in an attempt to make sense of his mother and her legacy. A series of tragic-comic adventures in psychological dysfunction, Antrim's personal journey takes him wandering across the Southern states of America, tracing the bust-ups, reconciliations, and migrations of his warring parents. Gradually he unpicks the stories of his childhood, and the characters: his handsome sportsman uncle; his hardworking, bewildered Episcopalian grandparents; and his mother herself - alarming, melodramatic, manipulative, reckless and brave. This is a vivid, unmissable Technicolor slideshow of a memoir.
Donald Antrim fue una de las revelaciones de las letras norteamericanas en la pasada decada, cosechando los elogios de la crítica y el favor del público internacional. Su corrosiva inteligencia ya quedo demostrada en Los cien hermanos (Andanzas 415), y la novela que ahora presentamos no hace sino corroborar ambas condiciones. El verificador es una novela tan seria como traviesa, tan disparatada como rigurosa, que aborda el psicoanalisis y el sexo, la vida personal y la profesional mientras derriba viejos topicos y erige otros nuevos. a Tom, el narrador, es un psicoterapeuta aparentemente bien analizado que, durante una larga cena a base de panqueques y sirope, se funde en un abrazo con Bernhardt, la figura paterna del grupo. Bernhardt tan solo quiere evitar que Tom empiece a tirarle comida a los demas, pero el resultado es desastroso. Tom sufre una experiencia extracorporal y flota hasta el techo del restaurante, desde donde se observa a si mismo y a sus amigos. Durante el transcurso de la noche vera, con sus propios ojos, como se despliegan, cuestionan y deshacen sus amistades, su matrimonio e incluso su identidad profesional.
Donald Antrim pertenece a esa nueva y brillante generación de jóvenes narradores que ha asaltado el escenario literario norteamericano en los años noventa. Su demoledor sentido del humor y un estilo depurado, que revelan una voz absolutamente original, le han convertido ya en su pais en un autor casi de culto, pese a su aun escasa obra. Los cien hermanos, su segunda novela, que quedo finalista del prestigioso PEN/Faulkner Award, es una alegoria de la familia, que aqui se manifiesta como una grande y grotesca farsa. Las reuniones familiares suelen oscilar entre la rutina o el bostezo. Sin embargo, el lector asistira a una velada hilarante encompañia de una megafamilia cuyos peores secretos e inesperadas rarezas saldran a la luz entre el coctel inicial y el improvisado partido de futbol americano que remata la cena. Doug, el narrador, un obsesivo genealogista dedicado a investigar la historia de la familia hasta sus origenes, que probablemente se remonten a un antiguo monarca demente, es quien convoca, en la deteriorada biblioteca familiar, a sus noventa y nueve hermanos, entre los veinticinco y los noventa y tres años. Como si se diera un cruce entre los hermanos Karamazov y los hermanos Marx, el clima general va acalorandose y, sobre todo, desquiciandose. A medida que la biblioteca se desmorona, el lector va descubriendo que la supuesta locura de esa extraña familia es tan solo aparente. De hecho, llevada al extremo, es como cualquier otra...