Elizabeth Ann Scarborough nació en Kansas en 1947; en la actualidad vive en Washington. Esta autora, licenciada en Historia por la Universidad de Fairbanks, tuvo como primer empleo el de enfermera del Ejército, gracias a lo cual conoció Vietnam, un lugar que se reveló como clave para su posterior producción literaria. Con El color de la guerra ganó el premio Nebula en 1989. Esta historia, valorada por introducir un punto de vista novedoso, el de una enfermera, en un género copado por los soldados como grandes protagonistas, se ha convertido en un clásico moderno en Estados Unidos.
Recibe novedades de ELIZABETH ANN SCARBOROUGH directamente en tu email
Nadie le dijo a la teniente Kitty McCulley que eso era lo que tenía que hacer una enfermera. Nadie le dijo que a Vietnam no iba a curar pacientes, sino a contemplar, impotente, su dolor. Que no estaba allí para aliviar el sufrimiento ajeno, sino para convertirse en objeto del desprecio de sus congéneres, y de su lujuria. Que no salvaría las vidas de las víctimas, sino que los propios médicos la abofetearían con su indiferencia. Nadie se lo dijo. Aunque no habría cambiado nada. Cuando uno de sus pacientes, un hombre santo venerado por los vietnamitas, le entrega a Kitty un amuleto con unos supuestos poderes inexplicables, su mundo cambia para siempre.
Petaybee was growing up. Day by day, the sentient planet--like any child--was learning to recognize and understand the meaning of outside stimuli, to respond to those stimuli, to communicate its own needs and desires...even to use human speech. Yanaba Maddock had appointed herself defender of her adopted planet, and she had even succeeded in proving its sentience to all the nonbelievers. But despite all her efforts, few outsiders truly cared for the feelings and intelligence of what they perceived to be a giant hunk of rock--or a mere oddity to be gawked at. Then Yana was kidnapped. The price of her freedom--the planet itself. But the only one who could speak for Petaybee was Petaybee--and no one knew what a living planet could do once it found its voice...